Tal vez, al ver esta imagen,
podamos pensar lo ridículo que suena dedicar una clase completa a enseñar a
nuestros alumnos a utilizar una herramienta tan sencilla como ésta, aunque sea
una herramienta muy útil para su trabajo diario.
Pero… en realidad ¿resulta tan ridículo?
Muchas veces en aras de implementar la tecnología en
nuestras escuelas, caemos en enseñar herramientas digitales que, aunque son muy
útiles, no dejan de ser solo herramientas, que no pueden ser un fin por si
solas, sino un medio.
El fin que no debemos perder siempre de vista en nuestras
clases de tecnología, es el formar alumnos con competencias digitales. Podemos
definir la competencia digital como:
“El uso seguro y crítico de las tecnologías de la
sociedad de la información (TSI) para el trabajo, ocio y la comunicación. Se
sustenta en las competencias básicas en materia de TSI: el uso de ordenadores
para obtener, evaluar, almacenar, producir, presentar e intercambiar
información, y comunicarse y participar en redes de colaboración a través de
Internet.” (Parlamento Europeo, 2006)
Efectivamente el que nuestros alumnos aprendan a utilizar
distintos programas y aplicaciones, es un componente básico del logro de esta
competencia digital, pero no podemos quedarnos ahí. Es necesario que busquemos
proyectos y actividades que logren formar en ellos la capacidad de discernir
información, la creatividad para crear productos nuevos, la autorregulación
para poder convivir en redes sociales; es decir, que se conviertan en
ciudadanos digitales, con todo lo que esto implica.
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